Conoce a Rommy Espinoza, quien nos cuenta un poco de su vida y como ha transitado su enfermedad.
PUBLICADO ELSU VIDA
¿Quién eres?
Soy Rommy, tengo 36 años soy fonoaudióloga. Nací en Quilpué y desde hace 12 años vivo en Antofagasta.
¿Cómo fue tu infancia?
¿Qué es lo que más recuerdas de esa época?
Soy hija única de dos padres muy sacrificados para educarme. Fui regalona y muy querida por mis papás; tuve una infancia plena, nunca me faltó ni me sobró. En el colegio fui aplicada, proactiva y tenía muchos amigos.
¿Estás casada? ¿Tienes hijos?
Soy soltera y tengo dos hijos perrunos. Vivía sola pero hace tres años perdí a mi padre, así que ahora vivo con mi madre.
¿Cuáles son los valores que promueves en tu familia?
Creo en Dios y mi familia me enseñó a nunca bajar los brazos, a ser leal y honesta con los demás. Aplico mucho un dicho que decía mi papá: “sembrar para cosechar”.
¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
¡Mi profesión es mi hobby! Trabajo con niños con autismo y gracias a Dios siempre tengo demanda pero en el tiempo libre aprovecho de ver series, disfrutar de mi madre y de mis amigos, salir a caminar en la playa a ver el sol y jardinear.
¿Tienes algún sueño por cumplir? ¿Y algún sueño cumplido?
Mi sueño es formar una familia aunque aún no sé si quiero ser mamá. ¡Yo estoy para lo que Dios quiera! Profesionalmente estoy plena; ¡soy lo que siempre quise ser! Socialmente también porque tengo muchos amigos y soy muy querida, pero los últimos 3 años de mi vida han sido atroces y me han convertido en una mujer resiliente. ¡Ese es mi sueño cumplido! Descubrir mi enorme fortaleza interna y ser un referente de lucha para muchas personas.
¿Cuál ha sido el momento más feliz en tu vida?
Cuando terminé mi tratamiento me sentí una vencedora. Curiosamente los momentos más felices de mi vida están relacionados con el cáncer porque me trajo un tsunami de amor; mis amigos hicieron un bingo para costear mi tratamiento y ahí dimensioné cuán importante soy en la vida de otros.
MANEJO DE LA ENFERMEDAD
¿Cómo y cuándo empezaste a notar que algo no iba bien con tu salud?
Creo que el cáncer me dio por el duelo de mi padre, yo no lo lloré hasta 6 meses después; él falleció en julio de 2017, en diciembre de ese año me hice exámenes médicos y apareció un pequeño nódulo que no llamó mucho la atención. En febrero, había bajado 15 kilos, y un día sentí un poroto en el seno. Fui a mi ginecólogo, me hice una mamografía y al día siguiente ya estaban haciendo la biopsia.
¿Cuál fue tu reacción cuando te confirmaron que era cáncer? ¿Qué pensaste?
Cuando me enteré me di el permiso de llorar y pasarlo mal, pero al día siguiente pensé “o el cáncer me mata o lo mato yo a él”, e hice súper público el proceso porque conseguí un propósito y era concientizar a la gente; que sepan que esto les puede pasar aunque no tengan antecedentes.
¿Cómo afrontaste el tratamiento con quimioterapia?
Antes de comenzar estaba asustada, me hice la mochiquimio; una mochila que tenía todo para enfrentar la quimio: cremas, bolsitas para vomitar, medicinas… Pero no hubo quimio que me tirara a la cama; mi tratamiento duró un año completo y yo viví durante ese año, no detuve mi vida. Decidí pelarme y me compré gorros y pelucas, de distintos colores y largos, gorros. ¡Viví y gocé mi terapia!
¿Incorporaste algún tipo de terapias complementarias?
Soy profesional de la salud por lo que creo en la ciencia. Pero en este proceso, las personas me regalaron de todo: desde los monjes brasileños hasta palo santo… ¡Lo probé todo! Además mejoré mi dieta.
¿Además de los médicos recuerdas algún otro profesional de la salud que te haya ayudado especialmente?
Todo mi equipo oncológico; mis médicos y mis enfermeras conectaron conmigo poniéndose en mis zapatos.
¿Algún profesional de la salud se ocupó de acompañarte a nivel emocional?
Mis oncólogos de cabecera, al igual que mi kinesiólogo, me dieron contención emocional al 100% porque cada uno de ellos tiene una historia personal con el cáncer. Fueron muy humanos.
¿Te has sentido acompañada? ¿Quién ha sido tu apoyo a lo largo de todo el proceso?
Mi pareja en ese momento, y quien hoy es mi amigo; él me quiso peluda y pelada. Mi madre fue mi apoyo emocional y mis pacientitos fueron una inyección de energía y de amor absoluta. Las chicas del programa Camina Contigo me ayudaron en gran parte del proceso.
¿Generaste algún vínculo especial y que te gustaría destacar?
Sí, con dos mujeres que vivieron lo mismo que yo y a quienes apoyé, aún sin conocernos. Las considero mis hermanas.
¿Has cambiado a partir de la experiencia de cáncer?
El cáncer me hizo valorar mucho más lo sencillo de la vida. Soy una agradecida del cáncer porque si nunca lo hubiera tenido, hoy no sería un referente ni crearía conciencia sobre la enfermedad.
¿Podrías enviar un mensaje para las personas que están transitando esta enfermedad?
Vivir la enfermedad con actitud positiva; no dejar de vivir durante el tratamiento y tener la convicción de que vas a sanar. Además, creo que hay que darse el tiempo para ser amado, para dejarse querer y no vivir este proceso solo.